DEL SULI MOLO




"La ruidosa visión aconteció de pronto, en un retumbar de voces infinitas y muy afiladas, de progresión fragmentada y afónica,
y con una calidez casi visible.


La gráfica era audible, también, y un gran reptil cortejaba a los presentes con un penoso cantar, mezcla de dialectos reales y muy poco adaptados a la velocidad intrínseca. Es decir, el soplido no podía sobreponerse a la agitada discusión mantenida por el mamífero de su derecha y el blando agujero que ostentaba el ser unidimensional que se hallaba en los estratos superiores de la estancia vítrea. Por suerte era ducho en el manipulado de cierto instrumento para la creación de notas musicales, el cual destruyó instantáneamente al contemplar el estruendo provocado por el ferrocarril aéreo de las seis y treinta y cinco, que parecía transportar aves marinas y toda una suerte de metales sonoros, los cuales aprovechó para recomponer el maltrecho instrumento. Al ver alejarse tal cantidad de preludios permutó melodías a contraviento.

La respiración era aproximadamente sexagesimal, de manera que encajaba al bies con el piano enfermo que consumía gases, y el dial encallado de aquella vieja radio semienterrada en el cieno del jardín.

Visionaron se dos sirenas con largas trompas entonando odas en el acantilado. Golpeaban el pavimento extrañas fuerzas, de pronto. El alargarse de ciertos materiales obró en mí satisfacciones exponenciales, que plasmé en un taimado compás eléctrico que entretejía complejidades sensoriales incluidas en nuestros cuerpos."

26.05.2004 D. Sintorax.


A la memòria de C241